Prólogo

Animales.

Unos viven con nosotros, otros en parques zoológicos o en libertad.

Algunos nos son conocidos por haberlos visto en fotografía, en el cine o en la televisión. O disecados en museos de Historia Natural.

Y otros, desaparecidos hace muchos millones de años—mastodontes, megaterios, ictiosauros, dinosaurios...—, sólo podemos verlos y a como fósiles o en esqueleto y con la ayuda de dibujo en que artistas, dirigidos por hombres de ciencia, los reconstruyen en forma visible más completa.

Los animales corren, vuelan o nadan.

Algunos hacen las tres cosas: corren, vuelan y nadan. Otros, se arrastran. Y hasta los hay que hablan, pero, afortunadamente, menos que mi tía María.

Nosotros... Nosotros usamos nombres de animales para señalar los defectos de otras personas o llamar la atención sobre nuestras virtudes.

Decimos:

es astuto como un zorro —o sea: muy astuto—,
tiene vista de lince o de águila —una vista excelente—,
es fiel como un perro,
lleva una vida de perros —vive muy mal—,
es un burro —es muy bruto, muy torpe—,
no hace más que burradas —tonterías—,
es inocente como un cordero,
es manso como un carnero,
es bravo y noble como un toro,
es testarudo como una mula,
va a paso de buey —muy despacio—,
hacer el oso –hacer tonterías—,
quedarse como un pajarito —morirse—,
oscuro como boca de lobo —muy oscuro—,
meterse en la boca del lobo —en peligro—,
ser un lince —ser muy listo—,
llorar lágrimas de cocodrilo —falsas—

y muchas más cosas decimos que, de incluirlas en esta lista, la harían interminable.

Así, pues, hago punto.

*

En fin de cuentas, lo que quiero decir es que los animales —hermanos los llamó san Francisco de Asís—, domésticos o salvajes, viven con nosotros en este mundo del que todos somos inquilinos de paso y, siendo así, me parece conveniente y justo darles la oportunidad de hablar, de expresarse por sí mismos, que es lo que hacen a través de las páginas de estas Lecturas, como antes lo hicieron en las de otros libros, gracias a la magia de autores como Aristófanes, Esopo, La Fontaine, Samaniego,* y otros fabulistas.

Espero, lector, que te gusten estas pequeñas historias relatos o como quieras llamarlos; si así es, más te puedo contar en el futuro de otros animales.

R. M.


* Aristófanes (¿445-386 a. de J. C.?) autor griego entre cuyas obras teatrales se cuentan: Las avispas, Las aves, Las ranas, etc.;

Esopo, fabulista griego que vivió en el siglo VI antes de Jesucristo y cuyas fábulas han llegado a nuestros días;

Jean de La Fontaine (1621-1695), poeta francés, autor de cuentos en verso y de fábulas inspiradas en las de Esopo y otros autores clásicos orientales;

Félix Maria Samaniego (1741-1801), sacerdote y fabulista español que en sus Fábulas morales imitó a La Fontaine.


[Home Page][Back][Top of Page]